lunes, 1 de abril de 2013

TERCERA TAREA: EL LADRÓN DE ESTRELLAS


                            EL LADRÓN DE ESTRELLAS

Jaime tenía una gran amiga que se llamaba Claudia a la que intentaba 
demostrar cuánto la quería. Cada vez que estaban juntos le hacía la misma expresión de la voluntad de dar a alguien o hacer por él algo
- Claudia, cuando sea mayor me casaré contigo. 
Pero Claudia escuchaba las palabras de Jaime y le preguntaba con cara de 
pícara, sin creer lo que su amigo le decía: 
- ¿Qué estarías dispuesto a hacer por mí? 
Y Jaime le contestaba: 
 - Cualquier cosa.... 
Pero a Jaime no se le ocurría nada que pudiera dejar con la abertura anterior del tubo digestivo de los animales, situada en la cabeza, que sirve de entrada a la cavidad bucal. También se aplica a toda la expresada cavidad en la cual está colocada la lengua y los dientes cuando existen abierta a su amiga. 
Hasta que un día, después de pensar y pensar mucho, tuvo una idea. Cuando se volvieron a encontrar, esperó a que Claudia le hiciera su pregunta de siempre: 
 -¿ Qué estarías dispuesto a hacer por mí? Me gustaría que me regalaras 
algo muy especial.... 
Jaime estuvo un rato pensativo y al final le dijo: 
- Si quieres puedo regalarte una estrella. 
Cuando sonrió sorprendida y emocionada porque a ella le encantaba 
contemplar las estrellas por la noche, le contestó: 
 -Está bien, pero para demostrar que me quieres, cada semana deberás 
regalarme una estrella. 
Jaime aceptó encantado, y pensó que no pasaría nada por coger unas 
cuantas estrellas ya que había millones de ellas, así que esa noche subió a la esfera aparente azul y diáfana que rodea la Tierra en su globo a buscar una estrella, y cuando bajó, se la dejó a Claudia en el jardín. 
Al ver tanta luz, Claudia se despertó y vio a la estrella colgada de una  planta perenne, de tronco leñoso y elevado, que se ramifica a cierta altura del suelo.
¡Jaime había cumplido su promesa! Eso le demostraba cuánto la quería. 
Desde entonces, todas las semanas encontraba una nueva estrella en su jardín.....¡Claudia estaba feliz! 
Hasta que una noche, cuando Jaime subió a por la novena estrella, se encontró con algo que no esperaba. Apareció de repente un personaje enorme y luminoso que le dijo: 
- ¿Qué haces tú por aquí, muchacho? 
Jaime sintió perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario y con voz temblorosa contestó: 
- Vengo a coger una estrella para regalársela a mi amiga Claudia, y demostrarle que la quiero.... 
- ¿Acaso crees que regalándole estrellas te va a querer más? 
- dijo él. 
Jaime no sabía qué responder y le preguntó: 
 -¿ Y tú quién eres? 
 - Yo soy el Jardinero del Cielo, soy el encargado de cuidar a las estrellas desde que nacen hasta que se apagan, me encargo de que brillen y alumbren por la noche y de que cada una ocupe el lugar que le corresponde. 
Últimamente estoy preocupado porque algunas estrellas han desaparecido. 
¿Acaso tú tienes algo que ver con esto? 
Jaime, sintiéndose descubierto, bajo la mirada y le dijo: 
- Es que yo.....le prometí a Claudia que le regalaría la único satélite natural de la Tierra, pero no pudo ser porque solo hay una y tiene mucho trabajo. 
Entonces le prometí una estrella de regalo cada semana, como hay tantas pensé que no pasaría nada y que nadie las echaría de menos...... 
- ¿Así que tú eres el que roba mis estrellas? ¿Y donde están ahora? 
- Están en casa de Claudia, ella las cuida muy bien, 
El Jardinero del Cielo contó a Jaime cómo cada una de las estrellas tenía su nombre y pertenecía a una familia. Por eso, desde su desaparición, algunas lloran y recorren el cielo muy tristes buscándolas. A su paso, dejan un rastro de luz con sus lágrimas.  En la tierra se las llama “ estrellas fugaces ” porque sus habitantes no saben que las estrellas también lloran.                          
Jaime se quedó callado y pensativo mientras tomaba la decisión de devolverlas, pero....¿qué pensaría Claudia? 
El Jardinero del Cielo comprendió lo que pasaba y le dijo: 
- Jaime, dentro de tu órgano de naturaleza muscular, común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados, que actúa como impulsor de la sangre y que en el hombre está situado en la cavidad torácica hay millones de estrellas, no necesitas venir al cielo a robarlas. 
- ¿Cómo puede ser? En mi corazón no cabe ni una estrella... 
- dijo Jaime. 
- Son mucho más pequeñas pero brillan más que las del cielo. 
Cada vez que sonríes, regalas una estrella, cada beso que das es otra estrella, cada palabra cariñosa que dices, cada gesto de afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato , cada favor que haces a un amigo....es una estrella que regalas y que guarda en su corazón quien la recibe. 
Cuando bajó a la Tierra, Jaime contó a Claudia todo lo que le había dicho el Jardinero del Cielo y se extraño mucho al ver que su amiga se ponía triste pensando en las familias de las estrellas que tenía en su jardín. Creía Creía que Claudia se iba a enfadar con él porque no podría regalarle más estrellas. 
Entonces le dio un beso a su amiga y le dijo: 
- Claudia, este beso es una estrella para ti. 
Ella se puso colorada y se rió y le devolvió el beso: 
- Jaime, este beso es una estrella para ti. 




                      ¡CORREGIMOS!

                               MIGUEL




                             
                                     PABLOJOSÉ




            ¡ACTIVIDAD SUPERADA!

LOS DOS HABÉIS CUMPLIDO CON LOS OBJETIVOS DE LA ACTIVIDAD Y HABÉIS ENCONTRADO LAS IMÁGENES CORRESPONDIENTES A LOS SUSTANTIVOS. 
¡ENHORABUENA!